Nos hemos planteado donde y como queremos envejecer?
Llega el momento en que nos jubilamos, o en que ya no podemos seguir con nuestro trabajo habitual; hasta entonces la vida seguía un curso, muy centrada en ese trabajo. También nuestros hijos ya se emanciparon, y puede incluso que ya no necesiten de nosotros para canguros de nuestros nietos. Llegados a este momento es evidente que vamos a tener tiempo para pensar y que esta es una reflexión que vendrá a nuestra cabeza. ¿Donde y como queremos envejecer?
Se han hecho estadísticas al respecto en muchos y distintos lugares, y salvo en zonas de riesgo extremo, las personas optarían abrumadoramente por seguir en su casa. De hecho esto es lo que sucede; después, llegan los problemas asociados a la edad, pérdidas funcionales que van de menos a más, y que nos llevan a las residencias. Así está orquestada ahora mismo esta etapa de nuestras vidas.
Por otro lado, mayoritariamente, también se asocia esta etapa con un empobrecimiento debido a pensiones bajas y a pérdida de ingresos. Así les está pasando a nuestros padres. De pronto descubrimos que ya no pueden estar solos, no tienen, no tenemos, recursos para pagar una persona que los cuide viviendo en su casa, que por lo demás podrían llegar hasta a ser necesarias dos, por aquello del descanso semanal y las vacaciones. Esta situación nos llega a buscar plaza en una residencia, generalmente pública si es que conseguimos plaza.
No quiero entrar aquí en el grado de calidad de estas residencias, tampoco todas serán iguales, pero la presente pandemia ha demostrado que las condiciones no son las idóneas, por no hablar de lo que representa separar a una persona de su entorno, de sus seres queridos, y cuando esa persona esperaría poder ser cuidada por sus hijos, igual que seguramente ella hizo con sus padres, y aquí me refiero mayormente a las mujeres, se encuentra con que la familia decide: “residencia”.
VEAMOS LOS PROBLEMAS Y LAS SOLUCIONES
Queremos envejecer en nuestra casa, pero la única forma de tener acceso a los cuidados es compartiendo cuidadores.
Nuestra casa no está adaptada a los problemas que vamos teniendo.
Ante esta problemática, las administraciones apostaron por los centros de día, donde se comparten cuidadores y actividades. Esta solución requiere una situación “de noche” que suele ser vivir con algún hijo que es quien pasa al cuidado nocturno. Aunque ahora mismo, y de forma inmediata, no hay otra solución posible, en el mundo, los nuevos jubilados, no acabamos de querer esta solución, y aparecen nuevas fórmulas para afrontar esta nueva etapa de nuestras vidas:
Compartir vivienda entre varios (COLIVING) o cambiar de casa a una pequeña comunidad que comparta nuestra situación (COHOUSING).
No queremos ser una carga para nuestros hijos, y no queremos renunciar a nuestra autonomía.
No nos gustan las residencias.
COLIVING: Tiene sus ventajas e inconvenientes. La principal ventaja es económica y de inmediatez. Ej principal inconveniente es la menor intimidad, el compartir tareas domésticas, máxime con personas que ya vamos teniendo unos hábitos y manías muy arraigados, y quizás poca paciencia para los demás.
COHOUSING: Es la mejor solución aunque no es de ninguna manera inmediato. Hay que currárselo, lo que lo hace más asequible económicamente, pero hay que construir esas casas. En contrapartida podemos construirlas adaptadas, con criterios ecológicos y de ahorro energético, y con las zonas comunes que permiten un ahorro por un lado y facilitan el contacto social por el otro, eso sí, al tener cada cual su propia casa, se mantiene la intimidad, y se consigue a medida de cada uno el binomio social-privado.
Este es el contexto en el que nace Brisas Canarias, como la mejor alternativa, el mejor lugar donde poder disfrutar de nuestra tercera edad.