Para emprender un proyecto lo imprescindible es creer en él, hacerlo tuyo, convertirlo en un proyecto de vida al que dedicar tu esfuerzo con pasión, como cuando te enamoras, cuidándolo como se cuida a un hijo, y ayudándolo a crecer.
Al emprender un proyecto cooperativo, no sólo es imprescindible lo anteriormente expuesto sino que hay que vencer una dificultad importante. Emprender algo sólo, permite dedicarle tu pasión con Egoísmo, es TU proyecto, tu piensas, tu diseñas, tu ejecutas; hacerlo en equipo, cooperando, requiere ser capaces de dejar de lado ese egoísmo para darnos cuenta que hay tantas formas de ver el proyecto como personas, y que debemos ser capaces de empatizar, de ponernos en los zapatos del otro, para armar un proyecto cohesionante, que responda al máximo a las necesidades del grupo, y eso va a significar ceder en una parte de nuestros propios deseos.
No olvidemos el objetivo principal, el que a todos nos trajo aquí, y no olvidemos que lo mejor es enemigo de lo bueno, eterna falacia que nos enseñó Voltaire, la Falacia del Nirvana, que consiste en rechazar algo bueno comparándolo con algo que nos puede parecer mejor, que aún no existe, y que fácilmente puede resultar inalcanzable. Lo alcanzable, y lo será cuanto más nos una, en este tipo de proyectos es lo que seamos capaces de compartir y defender todos, y lo inalcanzable, esa característica “perfecta” de unicornio azul que ronda nuestra mente.
Nuestro Proyecto nace con esa misión y a la vez esa dificultad, y sólo hablando, conociéndonos, trabajando juntos, seremos capaces de llevarlo a buen fin. No es en realidad tan difícil, pero dependerá de si somos capaces de aprender a trabajar en equipo, de dejar de lado ese EGO, y pensar que el bien de la comunidad es el nuestro.