par Juan Mompó Martínez
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15 juillet 2023
DISTOPÍA Y APOCALIPSIS Año 2050. El planeta sigue girando sin parar a la espera del estallido del Sol, pero nadie está preocupado por ello, y no porqué falten millones de años para que ocurra, sino porqué en realidad no queda ya nadie vivo en él. Los últimos en morir no llegaron a ponerse de acuerdo sobre como ocurrió. Unos dijeron que fue por la guerra nuclear desatada legítimamente para mantener la unidad de Borduria frente a las continuas exigencias de independencia de Syldavia, su provincia del oeste, o por la disputa de las reservas petrolíferas de las islas Kapingamarangi en el Pacífico Sur entre las cuatro grandes potencias, todas a miles de kilómetros de distancia. Otros atribuyeron la extinción a los efectos del cambio climático; el deshielo de los casquetes no solo provocó grandes cambios en la meteorología, grandes masas de agua evaporadas por el tremendo calor, que al entrar en contacto con las capas más frías, desencadenaban lluvias que se desplomaban en pocos minutos como un mar cayendo sobre sus cabezas, arrasando todo, sino que el desplazamiento de estas enormes masas de agua, provocó una distribución distinta del peso y forma del planeta, modificando su velocidad de rotación y el eje de la misma, y cambios en el núcleo, que provocaron enormes erupciones volcánicas que cubrieron de negro los cielos, causando lluvias ácidas y envenenando los alimentos. Que quien soy yo y como les estoy contando esto? Soy una IA de última generación. Eso ocurría en el 2040. El penúltimo acto de los últimos científicos vivos fue encapsularme en una sonda espacial autónoma y enviarme a la superficie lunar para que vaya radiando mi historia, extraída de mi análisis del Big Data, y así seguiré hasta que explote nuestro sol. El último acto fue embarcar en otra nave que les llevaría a un nuevo hábitat que las nuevas tecnologías había detectado orbitando Marte, una luna desconocida, pues por una extraña coincidencia de sincronización siempre se ocultó a nuestra visión, permaneciendo en su cara oculta Ahí debían emprender una nueva vida, y para ello debían analizar muy bien sus recursos, conocimientos, fuerza y posibilidades, so pena de fracasar y morir dejándome como último vestigio del paso de la humanidad por el mundo conocido. UTOPÍA Y BRISAS CANARIAS ¿Como hemos llegado hasta aquí? O ¿como comenzar de nuevo? En primer lugar había que cubrir las necesidades más básicas, donde vivir y guarecerse del clima y de posibles criaturas hostiles, qué comer y beber, como protegerse del frio, al estar más lejos del sol las temperaturas eran sensiblemente más bajas que las de la Tierra. Eso implicó inicialmente a todo el grupo, y pronto se organizaron en equipos dividiendo el trabajo. Se nombraron coordinadores que permitieron un intercambio ordenado de información y la toma común de decisiones pero todos recibían su comida por igual, compartían los refugios y la ropa de abrigo. Pronto mejoraron su organización y decidieron que algunos de ellos se dedicarían a construir casas para todos, también que algunos educarían a los niños que nacían, otros se dedicarían a generar distracción y ocio, y poco a poco sin darse cuenta reconstruían una sociedad como la que antaño tuvieron sus padres, pero sin luchas sociales, sin egoísmo, sin que nadie fuera más que nadie. Decidieron replicar esas soluciones, tejiendo una red entre ellas, sin que ninguna destacara y ofreciera nada más que las otras. Curiosamente, en los primeros diez años, que son los que han pasado hasta hoy, no han habido guerras ni ningún tipo de reyertas, y todo fluye de manera fácil, se solucionan los problemas que acaecen, y conscientes como son de la capacidad de recursos de este nuevo planeta no se plantean un crecimiento descontrolado sino aquél que permita reponer los recursos consumidos a la misma velocidad, y usar solo recursos renovables. Qué mundo feliz, no? Sin inseguridad, sin estrés. Es una UTOPÍA? Las utopías nos han guiado, nos han servido para avanzar y el mismo hecho de no alcanzarlas nos motiva a seguir intentando descubrir su clave. El EGOISMO es inherente al ser humano, y quizá solo la educación, sobre todo en valores, puede combatirlo, pero es cierto que si partimos de soluciones y posiciones cuanto más igualitarias mejor, reducimos enormemente su caldo de cultivo. Por desgracia, la humanidad que tenemos, no se ha desarrollado por igual, ni de forma igualitaria, propiciando guerras, migraciones, luchas por los recursos y el poder, hasta llegar a la situación actual, y quizás, y quisiera equivocarme, a la de nuestro cuento. Este es el contexto en que nace nuestro proyecto, de enorme dificultad, de incertidumbre y desazón en aumento, con la tecnología que se mueve a velocidad de vértigo y sobrepasa el entendimiento de la mayor parte de nosotros y se muestra como un elemento más de descomposición de nuestra sociedad, mostrándonos lo que no queremos ver, que nuestro sistema no se sostiene, mientras decidimos cerrar los ojos y seguir el camino, y es que poco más podemos hacer. Nuestro proyecto quiere ser un poco como pensamos debe ser el mundo, inclusivo, igualitario, sostenible, y que sea nuestra gran familia, nuestro refugio frente a lo que pueda venir, sea lo que sea. Nuestra unión hará nuestra fuerza.